19 de enero de 2015

Escucha bifurcada (1)

De niños mi hermano y yo teníamos la impresión de vivir en un cuento de Cortázar, donde alguna puerta conduce a otra realidad. En casa, entre las cuatro paredes de la familia, estábamos en Argentina. Pero, en cuanto se abría la puerta, salíamos a jugar a España. La frontera entre ambos países era apenas un picaporte. Hoy escribo con esa misma sensación. Y cada vez me intriga más quedarme observando debajo del marco, como en los terremotos.